No deja de ser curioso que casi unánimemente —y escribo el casi por si se me escapó alguno por ahí—, los francotiradores con espacios relevantes en medios de comunicación escritos de este país, que han bombardeado de críticas y cuestionamientos al gobierno de Oscar Arias, se opusieron a la construcción del Estadio Nacional en la Sabana y aplaudieron el recurso de don Guido Sáenz.
Repasen las columnas de los que ya ustedes saben, desde que se anunció la construcción del nuevo coliseo, la presentación del recurso, su posterior rechazo y comprobarán que los mismos que vuelan metralla contra don Oscar, se opusieron, la mayoría de ellos sin haberse puesto una pantaloneta en su vida, a la edificación de esa joya arquitectónica deportiva.
Y todavía, algunos dudan que el asunto se montó sobre matices políticos notorios y evidentes.
De toda esa corriente de opinión, de personas no tanto enemigas del deporte, pero sí desconocedoras de su fuerza, me resultaron patéticas las escritas por Federico “El Bueno” en La Prensa Libre, donde el hombre retrató en cada una de sus frases que está más perdido en el tema que los directivos del Cartaginés con el ultimátum a Juan Luis.
¿Cómo va a dar usted, directivo de un club, un ultimátum a su director técnico, para que derrote a un rival donde tres de sus jugadores ganan más que toda la planilla del equipo que entrena el “ultimatumiado”?
El poderío económico y la calidad de la nómina de Liberia Mía, no se pueden comparar con los del Cartaginés.
Los fichajes y salarios de Mesén, Wallace, Umaña, Salazar, Chinchilla, Sirias, Sánchez, Díaz, Alemán y Mambo Núñez entre otros, puede que hasta tripliquen los modestos sueldos del 90% de la nómina del cuadro brumoso, integrado en su mayoría por jóvenes canteranos que hacen sus primeras armas en la máxima categoría y por ende, ganan aún poco dinero.
Esto de darle un ultimátum a un director técnico no es sana costumbre y no se presenta mucho o casi no se da en ligas más desarrolladas. En Costa Rica lo hacemos pésima costumbre.
Pero, aun disimulando esa mala práctica de nuestra dirigencia tercermundista, lo que se estila es exigirle al cuerpo técnico la cosecha de puntos cuando se supone, repito, se supone, que por la capacidad que exhiben los rivales que siguen, se les debe y puede ganar.
Me explico y con todo respeto para los clubes de primera división.
Usted como directivo puede (aunque no debe) darle un ultimátum, digamos a Pérez Zeledón, para que derrote a Ramonense y Carmelita en los dos partidos que siguen, pero es ilógico darle ese ultimátum, si vienen los partidos contra Saprissa y la Liga.
Ustedes me entienden y de sobra lo que quiero decir; de manera que exigirle a Juan Luis que Cartaginés derrote a Liberia, atenta contra la lógica y bien hizo el técnico en rechazar “el ofrecimiento”.
Repasen las columnas de los que ya ustedes saben, desde que se anunció la construcción del nuevo coliseo, la presentación del recurso, su posterior rechazo y comprobarán que los mismos que vuelan metralla contra don Oscar, se opusieron, la mayoría de ellos sin haberse puesto una pantaloneta en su vida, a la edificación de esa joya arquitectónica deportiva.
Y todavía, algunos dudan que el asunto se montó sobre matices políticos notorios y evidentes.
De toda esa corriente de opinión, de personas no tanto enemigas del deporte, pero sí desconocedoras de su fuerza, me resultaron patéticas las escritas por Federico “El Bueno” en La Prensa Libre, donde el hombre retrató en cada una de sus frases que está más perdido en el tema que los directivos del Cartaginés con el ultimátum a Juan Luis.
¿Cómo va a dar usted, directivo de un club, un ultimátum a su director técnico, para que derrote a un rival donde tres de sus jugadores ganan más que toda la planilla del equipo que entrena el “ultimatumiado”?
El poderío económico y la calidad de la nómina de Liberia Mía, no se pueden comparar con los del Cartaginés.
Los fichajes y salarios de Mesén, Wallace, Umaña, Salazar, Chinchilla, Sirias, Sánchez, Díaz, Alemán y Mambo Núñez entre otros, puede que hasta tripliquen los modestos sueldos del 90% de la nómina del cuadro brumoso, integrado en su mayoría por jóvenes canteranos que hacen sus primeras armas en la máxima categoría y por ende, ganan aún poco dinero.
Esto de darle un ultimátum a un director técnico no es sana costumbre y no se presenta mucho o casi no se da en ligas más desarrolladas. En Costa Rica lo hacemos pésima costumbre.
Pero, aun disimulando esa mala práctica de nuestra dirigencia tercermundista, lo que se estila es exigirle al cuerpo técnico la cosecha de puntos cuando se supone, repito, se supone, que por la capacidad que exhiben los rivales que siguen, se les debe y puede ganar.
Me explico y con todo respeto para los clubes de primera división.
Usted como directivo puede (aunque no debe) darle un ultimátum, digamos a Pérez Zeledón, para que derrote a Ramonense y Carmelita en los dos partidos que siguen, pero es ilógico darle ese ultimátum, si vienen los partidos contra Saprissa y la Liga.
Ustedes me entienden y de sobra lo que quiero decir; de manera que exigirle a Juan Luis que Cartaginés derrote a Liberia, atenta contra la lógica y bien hizo el técnico en rechazar “el ofrecimiento”.
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