Hasta cuándo aguantará este cántaro centenario el goteo incesante de politiquería y mezquindad que le desgasta día a día? Parece que la respuesta es la misma que cuando nos preguntamos eso hace 30, 20 10 años atrás. El letargo y adormecimiento echaron raíces tan hondas y gruesas en la Vieja Metrópoli, que estas ahora también pasaron a ser comestible de la cúpula todo-poderosa de esta región.
No bastó con secuestrar e implantar el monoteísmo político, siempre escoltado por la hipócrita esfera de piadosos y piadosas onanístas, sino que para perpetuar el control purulento del acontecer total de la provincia también raptaron y castraron al emblema deportivo de la provincia. No les basta con aniquilar a los campesinos y pequeños productores del norte, con los pequeños negocios y arquitectura de la longeva provincia, no les importó tampoco privatizar los recursos naturales o hurtar bajo la sombra de un cuarto menguante las calles de la Cartago colonial (sólo les faltó bajar la campana para reproducir en el patio de su casa a la "muy noble y leal ciudad" de 1890), también para sellar la victoria y aplastar cualquier conato de reacción popular desmembraron lo poco que quedaba del alma popular del cartaginés, su emblema y escudo, descuatizaron al Club Sport Cartaginés.
La "Familia Real" de Cartago, reinante desde hace más de 4 décadas, se pasea rodeada de pompa por la calle principal, seguida por su séquito de lombricientos e ineptos funcionarios nombrados en noches de amigos y música. Ellos que hasta lograron inventarse reglamentos para tratar de continuar tras el mando del máximo poder del imperio, aprisionaron una noche llena de tretas y fraudes la institución más querida y seguida de la población local.
Si no estás conmigo, estás contra mi
Don Pepe murió y con él pensamos que Liberación en Cartago, pero cada votación siguen yendo los mismos de siempre a darle el dedo (unos el pulgar, otros el del medio) a los de camisa verde, quienes como plataforma, como carroza de domingo tomaron al Club Sport Cartaginés. Qué pasó en aquella asamblea en donde un cuestionado empresario local obtuvo la presidencia de la representación deportiva de la provincia? Quiénes compraron las acciones y a cuánto? Por qué ellos tanto y yo nada? Por qué reviso el libro de accionistas y veo personas ya fallecidas? Y por qué tantos del mismo apellido? Unos más vivos que otros claro...
Ese apellido que leo en boletines callejeros, en anuncios parroquiales, en revistas dominicales de estadio, en Gacetas... Siempre ese apellido en Cartago. Me hace cuestionar si en algún momento esta tierra se llamó Villa de Cartago en lugar de Ciudad de Cartago? Vaya usted a saber.
En la Ciudad de las Brumas hay dinero, hay empresarios que aman al Cartaginés, pero quienes manejan los hilos de esa institución la prefieren tuerta, muda y coja, que bella y regordeta pero con otro vestido que no sea el de ellos. Todos querrán bailar entonces con la muñeca, y de repente el muñeco se irá a pasear más hacia el oeste donde parece se ha sentido muy bien los últimos 18 años. Pero los señores del apellido omnipresente en la Villa de Cartago no están de acuerdo, y envían a su caballería de caballos (valga la redundancia) para entorpecer, que es de sobra lo que más saben hacer, cualquier acercamiento con personas serias y que pueden levantar al muerto viviente.
El sueño de los justos
Por más que las graderías estén colmadas y retumben ante cánticos y vítores, las calles de la Villa de Cartago permanecen fantasmales. La nebulosa que invade las esquinas es tan espesa como la desazón de quienes deben eliminarla. Seguiremos esperando la venida de un salvador que derroque la dictadura de los incapaces, o algún día esta ciudad dormitorio despertará y reclamará lo que por derecho, por historia y por sangre es suyo?
El Cartaginés ya no es de los cartagineses, es de aquellos que se pasean en volanta los 1 de agosto, de aquellos que acostumbran a dar discursos desgastados e infames los 14 de setiembre, de quienes se pavonean en el "palco presidencial" del Fello Meza cada vez que periodistuchos de un canal quebrado del suroeste de la capital son invitados de horror por que juega el equipo que cada década cambia de piel (y de nombre, y de escudo, y de dueño, y de...).
Sigamos dormidos mientras otros más despiertillos nos dan atolito de la abuela y nos hacen creer que el bienestar del equipo está en acompañarlo a cuanto partido tengan, que la idea del proceso se sigue cuajando y que, aunque no nos prometan la corona, el ansiado cuarto título, el primero en 72 años, está a la vuelta de la esquina. Claro, de aquella esquina en la que algún día tomamos café con tortillas de queso, y que hoy es otro bodegón más en el que venden ropa, o la lavan... de por si, VIVE VIIIIIVEEEEE!
Hoy se fue Chiqui, atrás se fue Chimi, Mullins, Madrigal, Marín, Bennett, todos se van... sólo quedamos los de siempre, y estoy seguro que con nosotros sobra, sólo basta quitar a los que estorban y aniquilan cada impulso por llevar al Cartaginés a donde merece estar... y aunque se vaya este u otro (hoy Chiqui, atrás Fello, sólo Leonel Hernández se quedó), el Cartaginés será grande, por que los cartagineses somos grandes!
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