12 de agosto de 2008

Una crónica innecesaria

A modo de introducción considero imprescindible agradecer a mi secretaría por escoger un hotel ubicado en la zona de los burdeles guatemaltecos. A apesar de los escasos réditos de mis aventuras debo confesar, no obstante, que el móvil que subyace en este vago tecleo de martes no tiene nada que ver con la chicas del edificio contiguo. Tampoco con las del otro ni con las del que se encuentra en la esquina. Hoy he vuelto a pensar en el fútbol y por eso quise escribir. La noche de anoche estuve conversando un salvadoreño sobre el próximo partido entre CRC y SAL y, más allá de cualquier disputa patriotera, debiera decir que el tipo es beneficiario de una humanidad de esas que ya no se conocen. Se trata de un ex militante del FMLN que, por obra y gracia del Plan Arias para la Paz (si güevon....) y del neoliberalismo, acabó inmigrando de su país para arriesgar su pellejo en provecho de un hotelucho pretensioso en Ciudad de Guatemala. Hablo del guardia de mi hotel. Adonay (así se llama él) dice que la selección de El Salvador no tiene nada qué hacer frente a Costa Rica y créanme que su discurso no me convenece en absoluto. Naturalmente mi escepticismo no se sustenta en rigurosos criterios técnico-deportivos: nada más me cago en "la sele" (aunque Kch se enoje). La verdad no creo que nuestro país merezca estar en un mundial, así como no lo merece una cantidad importante de países. Claro, los criterios de FIFA son más interesantes desde el punto de vista político que desde el punto de vista técnico. Lo cierto es que el fútbol da para pensar en puta... contrariamente a lo que sostuvieron los académicos-intelectuales-cliclés. También conocí a un taxista guatemalteco que, según decía, jugaba al fútbol y que además se jactaba de no mirar más que juegos de primer nivel. Vaya si lo era y vaya si sabía: el tipo le iba al Barça. Ambos coincidieron en algo: CRC ya no tiene nada. Y quizás es cierto. Pero también es cierto otro punto que abordaron ambos: en ningún país Centroamericano hay nada extraordinario. La mayoría son chavalitos en proceso de formación. Creo que esto, en cierto modo, tiene una explicación en el bache demográfico de fines de los ochentas: las familias, si bien no dejaron de copular, acabaron haciendo caso omiso de las amenazas escatólogicas de los curas y empezaron a usar el ominoso condón. O sea que sí follaban pero ahora se forraban. De repente vimos cómo uná generación entera se diluyó en el anonimato. ¡Lástima que el cabrón de Óscar se hizo microbiólogo y que mi amigo Cachetes se jodió la columna! Pero también tiene que ver con el manejo administrativo del fútnol después de Italia 90. Resulta simpático establecer la analogía entre el descalabro futbolístico de nuestros países y el descalabro generalizado. Italia 90 para los habitantes de CRC constituyó un acicate en el, ya de por sí necesario, proceso de reivindicación identitario... Teníamos un Premio Nobel y un equipo mundialista y aplicábamos los PAE´s y nos abríamos de patas a los inversionistas yanquis. Así fue como este servidor (así como muchos niños de entonces) se vio una tarde pidiendo el autógrafo de "El Chunche" en el antiguo parque de Los Ángeles. A lo sumo, debiera reconocer que aquellos tipos, indiscutiblemente anti-divos, jugaban por jugar y porque les nacía. Así como nuestro tiempo redujo las otrora luchas y derechos de clase en luchas y derechos de consumidor, del mismo modo, la ausencia de modelos y ejemplos fue sustituida, muy habilmente, por el mass media de una manga alfeñiques seudo divos (súmesele a esto la presencia de las nefastas chivas moradas de San Juán del Murciélago). No me importa qué va a pasar con la selección de CRC... por mí que se vaya al carajo. Nada más quería escribir acerca de esa rara forma de asumir el fútbol, como sólo se da en Centroamérica. Recuérdenlo los saprisistas y liguistas: no somos Argentina, somos CENTROAMÉRICA